viernes, 11 de enero de 2013

Es una lucha diaria

Nadie se queda ajeno a la dureza del Dakar: es como una maratón en que todos los días no hay respiro. Ni para pilotos ni equipos de apoyo. Se trata de una lucha mental.




Se recorren distancias que ni un conductor de camiones podría hacer en tan poco tiempo y en tanta intensidad.
Los enlaces son eternos.
Una especial cronometrada, aquella que corren los pilotos, apenas 100 kilómetros pueden recorrerse, a veces, en dos horas.
Enterrados en las dunas.
Ayudando a otros competidores.
Dificultades mecánicas.
Comodidades básicas como una ducha, un baño, o una cama (léase literal) son un lujo.
Entramos a Chile y el recibimiento en
Arica fue excelente. “No sabes cuánto deseaba esto, llegar a mi país” contó Daniel Mas una vez abajo del auto de la etapa de Arequipa-Arica. “Se me anduvo emocionando cuando íbamos llegando” complementó Macarena Pizarro, su eterna compañera navegante.
“Chile es mi segundo país” contaba Ferreyros.
En la entrada del campamento en Arica, las banderas chilenas se multiplicaban un montón. Y a pesar de algunas dificultades en la etapa, ambas camionetas ya se encontraban en Chile.
“No hay que creerse el cuento: la meta es La Moneda” señaló Daniel.
De Arica saltamos a Calama: etapa fácil?
No. 700 kms totales, que, tuvo por las cuerdas a los pilotos pero supieron salir adelante:
“estamos enteros, seguimos en la lucha”.
Ramón Ferreyros fue más claro con la dureza de hoy: “nunca había visto una etapa así en mi vida”. Y le tocó presenciar cosas impensables: “vi un camión darse al menos seis vueltas de campana duna abajo, quedó destruído”.
El Dakar continúa.

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